Ricardo Enrique y sus tres
amigos, Luis, Lila y Fredy, desaparecieron un día 6 de diciembre, y siendo
precisos mañana se cumplen exactamente 40 años. Para los que, quizás como yo,
perdieron la noción del paso del tiempo, esas dos bellezas que están allá son
mis hermanas tenían la edad de Victorina y Lorenzo (mis hijos)… y yo no había
nacido...
Que hoy estemos aquí no es
casualidad, y podríamos hablar largo y
tendido de los diferentes esfuerzos políticos y judiciales para que esto se
haya logrado, incluso hoy que se está juzgando su desaparición forzada como
parte de la Megacausa de la Perla en Córdoba, pero este no es el momento para
hacer este tipo análisis.
Hoy, nuestra familia, y
particularmente yo en nombre de mi padre, quisiéramos enfocarnos en agradecer a
las personas que, desde sus distintos roles, pudieron llegar a hacer que esto
sea posible; porque a fin de cuentas en esas posiciones de gobierno, en esos
juzgados, o en el mismísimo EAAF, hay personas que se juegan su prestigio o su
integridad para llegar a la verdad y la justicia.
Al mismo tiempo, pensaba en la
cantidad de gente a la que uno tiene que agradecer en un momento como este,
después de 40 años de búsqueda, intente
enumerarlo en función de la cantidad de recuerdos, de la cantidad de veces que
mis abuelos o mi padre los nombraban, pero la lista se hacía interminable y crecía
el riesgo de dejar a alguien fuera volviéndonos ingratos….
Aun así, tomo el riesgo y me
gustaría agradecer a tres personas que de alguna forma representan a todos esos
que nos fueron ayudando en esos tiempos turbulentos. Tres en representación de
todos ustedes.
En una primera medida quisiera
agradecer a Jorgito Saibene que como Pancho, Leandro, Jorge Mac William, Ubaldo,
el abuelo Jesús o tantos otros familiares acompañaron la búsqueda y apoyaron en
todo lo que fuera necesario, incluso poniendo a riesgo la naturaleza diezmando los
aguiluchos de la ruta en uno que otro viaje a toda velocidad cuando alguien
había proporcionado un posible dato. Comienzo el agradecimiento por la familia,
porque somos una familia heterogénea y aun cuando muchos no compartían los
ideales apoyaron en la búsqueda.
En segundo lugar quisiera
agradecer a los amigos, a todos… pero aquí quisiera detenerme especialmente en
Roberto Lavalle que se la jugó toda y cuando nadie se animaba, siendo abogado
presentó los recursos de habeas corpus
que permitieron la búsqueda del tío, quedando detenido por casi 9 meses…. Con
esto quiero decir que literalmente arriesgo su vida por nuestra familia, nos
apoyó y lo siguió haciendo a lo largo de toda nuestra vida… creo nunca podremos
terminar de agradecerle.
En tercer lugar me gustaría
agradecerle en nombre de esas personas que sin ser pariente desde el primer día
se comportaron como tal… Para poner en contexto, en el Policlínico Regional del
Villa Mercedes de los 70, existía un médico con la jerarquía, con la
experiencia, la formación, la educación y sobre todo el reconocimiento de los
directivos y de la gente como para que no le fuera necesario someterse a las
tensiones de las guardias continuas, las trasnochadas y el cansancio que eso
conlleva… Ese era el Dr Knez. Cuando fue jefe de papá, cada vez que mi viejo
tuvo que salir a buscar a Ricardo, el Dr Knez ocupó su guardia y a la otra
mañana ocupo su turno, día tras día… sin quejarse…. Pero no solo eso, además lo aconsejó, lo calmo, lo contuvo y lo apoyo
desde muchos otros aspectos… Por esto hasta el último día para nosotros fue el
Tío Knez… Dios lo tenga en su gloria.
Quisiera además, agradecer en
lo personal a nuestros padres, porque más allá del dolor pudieron sacarnos
adelante. A lo largo de estos 40 años, buscaron a Ricardo por todos lados y
puedo asegurarles no ha habido un solo día en que mi padre no espiara con el
rabillo del ojo esperando que aparezca…. Esperando su vuelta a casa… Como
comentara en La Perla, aún con esta doloroso pesar, se esforzaron en continuar
con la familia, dándole a Ricardo, 3
sobrinos y 9 sobrinos-nietos y he aquí donde considero esta lo más importante de su legado… Aun con esa
trunca esperanza, no sembraron en nosotros ni una pizca de resentimiento, no
cultivaron odio, no generaron en nosotros la búsqueda de revancha… Aun cuando papá
se empeñó en inculcarnos el compromiso de que no olvidemos para que no se
repita, se plantó sobre su dolor alentándonos hacia el futuro, con una mirada
comprometida con los demás y por sobre todo con amor incondicional por la
familia…. Al principio, como todo joven, quizás no lo entendía, pero hoy con la
llegada de mis hijos no puedo más que agradecer y admirar semejante claridad
mental.
Finalmente quisiera dejarles
una reseña de cómo era Ricardo para la familia, a los ojos de mi padre y mis
abuelos era un chico risueño, estudioso, brillante y con esa inteligencia que
roza lo desafiante al momento de preguntar. Hincha fanático de River disfrutaba
además de jugar al básquet con sus amigos. Al momento de su desaparición tenía
20 años, en los tiempos de hoy sería prácticamente un niño.. Había descubierto
la medicina y el peronismo en el mismo lugar que a River, de mi viejo 9 años
mayor y su ejemplo en muchos aspectos.
Ricardo era un joven soñador
pero, como diría Gandhi, era un soñador práctico: Quería que sus sueños se hicieran
realidad… y, acertado o no, estaba comprometido con ellos. Por eso hoy, como la
semana pasada en La Perla, quisiera volver a traer una frase del escritor
brasilero Augusto Cury:
“Sin sueños las pérdidas se
tornan insoportables, las piedras en el
camino se vuelven montañas, los fracasos se transforman en golpes
fatales. Pero si tienes grandes sueños los errores producirán crecimiento, los
desafíos producirán oportunidades, los miedos producirán coraje”.
Los sueños son la brújula que
nos marca el camino a seguir, nos impulsan, nos fortalecen y nos permiten
crecer. Renunciar a los propios sueños implica darle la espalda a la felicidad.
Hoy quisiera, en este breve
homenaje al tío, desear que todos como Ricardo pudiéramos volver a
comprometernos con nuestros sueños y desde ese lugar volvernos garantes de que
hechos como este no sucedan NUNCA MAS y que así lleve otros 40 años las demás
familias puedan, como nosotros, al fin tener su verdad y justicia.
Muchas gracias,