Todos los años este día te escribo, hoy también,
aunque hoy es diferente, el te acompaña...
Me lo imagino sonriendo, abrazándote,
siendo feliz...
Te encontró al fin y ya está contigo.
Todo el dolor, toda la pena se han ido.
Pero aunque su dolor ya no está,
su memoria la guarda conmigo...
...la guardamos nosotros,
la pasaremos a nuestros hijos.
Descansen por fin,
sus recuerdos ahora son nuestro peso.
Su historia vencerá al olvido.
Hoy hubieras cumplido 66 años años, nuevamente celebramos un cumpleaños que no es.
Ayer cumplió un año más y nuevamente lo acompaño tu ausencia.
Solía agradecer el que tu madre volviera a ser niña y pudiera olvidarte. Así por fin conocimos su sonrisa. Pero mi padre debe haber gastado todos sus deseos en ella, o tal vez el universo agotó en su alivio toda su energía, porque el ya no pudo olvidar tu pérdida, sólo tu encuentro, quedándose estancado en un tiempo de dolor.
Ayer cumplió un año más. Verlo, con la mirada triste, de a ratos pérdida, la sonrisa a medias, la voz rasposa con palabras arrastradas, mal pronunciadas, me hizo pensar en todo lo que perdimos, en esa parte de el que se llevaron contigo.
Cuando arrancan a una persona de nuestras vidas, nos arrancan pedacitos a todos, a cada uno, vacíos que llenamos con dolor y con memorias. Es por eso que no existen los desaparecidos, existen ausencias marcadas a sangre y fuego en nuestras almas.
MARÍA SILVINA SAIBENE
