lunes, 5 de diciembre de 2016

TU PRESENCIA EN NUESTRAS VIDAS

Ricardo nació el 11 de mayo de 1955, segundo hijo de la pareja (tercero, si contamos la nena fallecida) y único hermano de Omar; fue un hermano deseado, esperado, amado casi desde el momento de su anunciamiento. Omar, según sus propias palabras, se había sentido solo antes de su llegada. Era la luz de sus ojos, lo mismo el para su hermano, tanto, que más tarde le reprocharían que Ricardo hubiera seguido cada uno de sus pasos: el club de sus amores, la carrera universitaria, la afinidad política… Atractivo, inteligente, simpático, como lo describirían sus amigos y familiares.
El 06 de diciembre de 1975 fue visto por última vez, junto a 3 amigos, en el parque Sarmiento, en la ciudad de Córdoba. El testimonio de los testigos, la época convulsionada sólo indicaba una razón para su desaparición, que después sería confirmada: RICARDO HABIA DESAPARECIDO, LO HABÍAN CHUPADO.
Y….. podría seguir relatando los hechos con esa fría e impersonal cadencia….  Pero sólo quienes han perdido de esta forma, quienes se han encontrado tan al borde de la locura y la desesperación podrán entender el dolor de mi padre, de Omar. Podría explicarles lo difícil, lo vergonzoso que es no entender, que es guardar rencor o tener celos de un desaparecido. Lo doloroso es que ver llorar a un padre, sentir que se le desgarra el alma. Crecer y darte cuenta, avergonzarte aún más por lo que sentiste. Ver a tu padre enfrentarse a la muerte y sólo temer por el olvido, no de él, de su hermano: “…no dejen de buscarlo cuando yo no esté”.
No busco su compasión, ni sus lágrimas, ni su memoria. Yo tengo las mías, Ricardo tiene las nuestras, al igual que Lila, Alfredo, Agustín. Contamos nuestra historia, porque ellos no pudieron contar la suya, porque llamarnos a silencio es darles silencio, acallar su valor, su razón, negar sus vidas…


TU PRESENCIA, RICARDO, EN NUESTRAS VIDAS, EN NUESTROS CORAZONES, CADA DÍA, COMO SIEMPRE...
, COMO SIEMPRE…

viernes, 21 de octubre de 2016

  Discutiendo sobre la película "La noche de los lápices" una de las compañeras de mi hija le dijo que ella no sabía lo que era el dolor, que el tener un tío abuelo desaparecido no hacía que supiera sobre la dictadura o sobre el dolor que sus victimas habían sentido. Esta niña de 16 años no puede estar mas equivocada. El dolor por nuestros familiares desaparecidos se convirtió en un marcador genético, uno que heredamos de nuestros padres, y pasamos a nuestros hijos. 
  Yo no estaba el día que nació mi tío Ricardo, sin embargo sé que estaba haciendo mi padre, su hermano, ese día, sé que ropita tenía Ricardo la primera vez que lo vio... Yo no estaba el día que Ricardo desapareció, pero sé donde estaban mis padres y mis abuelos en el momento en que les avisaron, y como se sintieron. Sé cuanto mi padre lo lloró, sé cuanto lo busco y como afectó eso su vida, su matrimonio, nuestra infancia.
  Las lágrimas que lloró nuestra familia por la ausencia de Ricardo, las nuestras, durante una infancia marcada, fueron absorbidas por nuestra piel, los recuerdos se implantaron en nuestra memoria genética... y la historia de Ricardo, no sólo la que sentimos en nuestra carne, sino la que buscamos, aprendimos y tratamos de comprender, se infiltró en nuestra sangre, para que nunca, nunca, nunca pueda ser olvidado, para que nunca esté solo, para que su vida no se haya ido en vano, y para que nosotros, y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y todos nuestros descendientes nunca olviden.... 
  Mi hija sabe lo que es el dolor, no lo ha sentido en su carne o en su corazón, pero sabe.
María Silvina SAIBENE

lunes, 2 de mayo de 2016

La Justicia, aunque tarde, siempre llega

Los jueces que entregaron bebes Luis María Vera Candioti fue condenado en Santa Fe a 15 años de prisión. Fue encontrado culpable de “retener y ocultar” a Paula Cortassa/María Carolina Guallane, “alterar y suprimir su estado civil” y “prevaricato”.

martes, 19 de abril de 2016

Me haces tanta falta


Yo sé que a la gente les cuesta entendernos..
Yo sé que la gente cree que es una cuestión de política,
de números, de posición, de ideas....
Yo sé que a la gente le cuesta sentir como sentimos,
ponerse en nuestro lugar,
darse cuenta de que lo perdimos....

Nunca dejamos de pensar, de sentir...
tu ausencia marcó nuestra infancia, adolescencia,
 y cada segundo de nuestras vidas...

Me haces tanta falta...
Hoy te necesito tanto...

Quizá en mi ignorancia te idealizo,
quizá en mi angustia te idolatro,
nadie nunca va a saber como hubiera sido,
si hoy hubieras podido acompañarme y comprenderme.
Esa posibilidad nos fue robada...

Nadie nunca va a saber como hubiera sido.
Pero hoy...
Me haces tanta falta.



María Silvina SAIBENE

sábado, 26 de marzo de 2016

Ricardo tenía sólo 20 años cuando lo "desaparecieron", ¿alguien se acuerda como era a los 20 años?
Pasó el 19 de marzo, cumpleaños de mi padre, y no escribí nada... pasó el 24 de marzo, aniversario del golpe militar, y del inicio de la peor dictadura de nuestra historia, y no escribí nada. Sumergida en mis problemas personales, tuve tiempo para pensar, para sentir, pero no para escribir.
Hoy mi padre festejo con sus amigos sus 70 años, con su esposa, con sus hijos, pero sin el mayor amor de su vida: su hermano. El dolor por su pérdida lo acompañó durante 40 años, fue un compañero constante de sus días, tanto que lo conoce aún mas que al hermano que perdió, eso es lo mas tortuoso de nuestra historia, conocemos y recordamos el dolor que la muerte de Ricardo ocasionó, pero a Ricardo casi no lo conocimos y no lo recordamos.
Ricardo era tan hermoso (si no creen en mi palabra pueden ver las fotos), y tuvo una vida tan corta...y nos trajo tanto sufrimiento. Tenía solo 20 años cuando se lo llevaron, cuando lo acabaron de la peor forma (Creanme, imaginarlo fue terrible, pero escuchar a un juez leerlo de un documento oficial fue aun peor).
Todos los días cuando voy a trabajar, cuando veo a mis alumnos, veo en ellos a ese joven que él fue, como Pablo que nos dejó el 31 de diciembre pasado arrastrado por otros problemas, propios de esta época en la que vivimos. Pero la mamá de Pablo, con todo su sufrimiento, supo en el momento como había muerto, pudo ver el cuerpo de su hijo, pudo enterrarlo al día siguiente.
Nosotros esperamos 40 años, 3 meses y 13 días para obtener respuestas, y 8 meses y 23 días mas para darle cristiana sepultura.
Hoy, como nuestro dolor fue usado para hacer política, de uno u otro lado, tenemos que escuchar las guarradas que todos opinan de nuestros padres, hijos, hermanos, tíos... como si no hubiera sido suficiente todo lo que sufrimos, hoy enlodan sus nombres y nuestro dolor. Nadie nos preservó de esto, ni siquiera aquellos que decían defender sus derechos. Nuestra sangre, aquella que NUESTROS seres queridos derramaron, sigue siendo fuente de escarnio. Que vergüenza!!!!!!!!