martes, 5 de mayo de 2020

  Nuestra historia se va perdiendo, se diluye en un mar de indiferencia; la tapan las urgencias de una vida que se ha vuelto cada vez mas difícil, mas sofocante, en la cual a veces nuestras preocupaciones parecen mas frívolas pero son también más básicas, como si la fragilidad de la memoria pudiera asociarse a nuestra capacidad de supervivencia, como si rememorar el pasado pudiera restar atención a un presente que requiere todos nuestros esfuerzos.
   Nuestra historia se va perdiendo, la fuerza de los héroes amarillea y se desluce ante los pobres logros de las estrellas del momento. Sus luchas, sus proezas bailan en los discursos de personajes que buscan edificar su mitología sobre méritos ajenos, y sólo consiguen quitarles brillo.
  Nuestra historia se va perdiendo, o quizá sólo sea una percepción, la conciencia de nuestra edad, de lo perentorio de nuestra trayectoria y la soberbia creencia de que somos el único y mejor reservorio de memoria. Pero quizás las nuevas generaciones nos sorprendan....