viernes, 20 de marzo de 2015

Por fin, después de casi 40 años podrá descansar en paz: 

http://www.lavoz.com.ar/politica/confirman-la-identidad-de-los-restos-de-tres-desaparecidos-en-la-perla

4 comentarios:

  1. Soy periodista de La Voz. Nos gustaría contactarlos para poder reconstruir un poco más la historia de su hermano.

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  2. Un abrazo inmenso a la familia, mucha paz...

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  3. Conocía a tu hermano cuando éramos chicos. Nos conocíamos del barrio y de la librería. Teníamos más o menos la misma edad.
    Vivo en Canadá desde hace más de 25 años, pero acabo de leer que encontraron sus restos y me alegro mucho por vos, por la familia, por quienes lo amaron y lo buscaron durante tantos años.
    Ahora tu hermano va a poder descansar en paz y ustedes podrán hacer el duelo sabiendo dónde está. Un abrazo desde lejos y mucha paz y serenidad.

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  4. En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será» , se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos», con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epíteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas», «materialistas y ateos», «enemigos de los valores occidentales y cristianos», todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esos amigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores. (Texto extraído del Prólogo del libro NUNCA MÁS)

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